“Nuestra estrategia es pues la siguiente: establecer
desde ahora un conjunto de focos de deserción, de
polos de secesión, de puntos de concentración. Para
los fugitivos. Para los que se van. Un conjunto de
lugares en los cuales sustraerse al imperio de una
civilización que camina hacia el precipicio. De lo que
se trata es de darse los medios, de encontrar la
escala donde puedan resolverse el conjunto de
cuestiones que, planteadas a cada uno
separadamente, conducen a la depresión. ¿Cómo
deshacerse de las dependencias que nos debilitan?
¿Cómo organizarse para dejar de trabajar? ¿Cómo
establecerse fuera de la toxicidad de las metrópolis
sin, por otro lado, «irse al campo»? ¿Cómo detener
las centrales nucleares? ¿Cómo hacer para no verse
forzado a recurrir a la trituración psiquiátrica cuando
un amigo se vuelve loco, a los medicamentos burdos
de la medicina mecanicista cuando cae enfermo?
¿Cómo vivir juntos sin aplastarse mutuamente?
¿Cómo acoger la muerte de un camarada? ¿Cómo
arruinar al imperio?"
Llamamiento (2003)
Explicaciones
Escrito por: Itxaso Gardoki y Olaia Fernández
El 27 de septiembre de 2023 le pedimos a un montón de personas que escriban sobre su deserción de la salud mental®, todas ellas con historia fuerte en al menos una de las tres posiciones involucradas en la (des)psiquiatrización:
paciente, profesional, entorno cómplice
Esta petición sucede en un contexto concreto. En La Porvenir y alrededores llevamos tiempo practicando otra respuesta a la locura, haciéndole hueco, sin derivación ni encierro, y estamos haciendo tope, otra vez. En 2022 algunes intuímos que el tope tenía que ver con seguir utilizando las titulaciones profesionales a favor de parar la violencia psiquiátrica. Que en el pasado tuvo sentido hacerlo, pero que ya fue. Que eso sujeta el identitarismo, la venganza, el género y a saber cuántas cosas más. Que hay que irse de ahí.
Pero cuesta. En marzo de 2023 se propone por primera vez en la asamblea cerrar el centro sanitario que usábamos para algunas cosas, como firmar papeles para parar ingresos, frenar y revocar incapacitaciones, y bloquear el uso obligado de drogas psiquiátricas1. Hasta el 19 de septiembre no se decide que sí, que lo cerramos. No sucede hasta el 1 de noviembre. Por el medio, en mayo, el Orgullo Loco ya nos resulta inaguantable, algunes vamos a despedirnos, con polémica, para variar.
Manifestación del Orgullo Loco en Madrid, 3 de junio de 2023
Manifestación del Orgullo Loco en Bilbo, 3 de junio de 2023 (foto de Ecuador Etxea)
Todo ocurre después de una crisis, durante una crisis, para salir de esta, asomando otra. No sabemos cuándo empezamos a llamarle desertar, pero es eso.
Les pedimos que escriban por correo electrónico, les convocamos a una reunión. Les dividimos según la pertenencia a uno de los tres lugares: paciente, profesional, entorno cómplice. Elles protestan, dicen que es artificial. Claro que lo es. Desertar es deshacer los lugares, dejar de mentir, pero ojo, también es hacerte cargo de lo específico de tu sitio más habitual. Lo del entorno cómplice cuesta entenderlo, por lo que sea. Ser cómplice de que acabes en el hospital, de que te prescriban pastillas, de que te pongan un diagnóstico. Ser cómplice de mirar para otro lado. Pensar que eso lo lleva tu mujer. Cuesta entender que el problema también es ser entorno. El entorno cuida, no se transforma, no tiene intención de entrar en crisis.
Dicen que sí. Acordamos vernos una vez al mes, a ver cómo van. La segunda reunión es espantosa, rancia, progre. La tercera va mejor. Se dan algunas extra, quien quiere nos lo dice, a petición.
Por el camino dos personas que habían dicho que sí escribían dicen que no. Por el camino un espontáneo se suma para reaccionar al contenido de un texto que sabe que se ha entregado, que ha leído, con el que no está de acuerdo; pero luego se retira. Por el camino le pedimos a una que nos viene a la cabeza y nos dice que sí, pero al final no llega. Por el camino un día nos cansamos de esperar por uno y chapamos persiana unilateralmente. Por el camino le pedimos a Cris que escriba el epílogo.
Resultado: un total de 12 textos.
Todo ocurre después de una crisis, durante una crisis, para salir de esta, asomando otra. No sabemos cuándo empezamos a llamarle desertar, pero es eso.
Por el camino decidimos no hacer la corrección ortotipográfica, que implica eliminar los descalabros ortográficos, sintácticos, gramática les y unificar el uso de mayúsculas, cursivas, comillas, negritas. Empezamos haciéndolo, nosotres primero, con el plan de que dos revisoras lo hicieran después. Entonces pasa que alguien va y escribe como le da la gana, y decimos que pues claro que no, qué corrección vamos a hacer. De esto también desertamos, de fiscalizar cómo se escribe, de fiscalizar cuándo, en qué estado se escribe, y entonces dejamos de fiscalizar de qué se escribe. Y de decidir qué credibilidad le corresponde a cada cosa. Lo sabíamos pero no lo sabíamos tanto porque íbamos a hacerlo.
Por el camino decidimos que todo lo entregado va para dentro. Nos guste o no, estemos de acuerdo o no, vaya a la contra del propósito, de la deserción misma, aunque meta ruido, sea un desastre rancio, un desastre progre, nos ponga de los nervios, nos de vergüenza, di rectamente se meta con nosotres. Es lo que hay, vamos a mirarlo de frente, mejor saberlo. El tiempo pasa muy rápido y sentimos que caduca, ya nos parece una galleta pasada, y también nos parece memoria histórica, nos parece que se intuyen las verdaderas batallas. Nos apena el ritmo, porque no queda tiempo, urge aprender a vivir y morir juntes en el horizonte de la extinción.
Todo ocurre después de una crisis, durante una crisis, para salir de esta, asomando otra. No sabemos cuándo empezamos a llamarle desertar, pero es eso.
A las dos reuniones, después de esa segunda rancia y progre, nosotres nos descolegiamos. Y es entonces cuando estalla por los aires lo que quedaba sin estallar.
Declaraciones de baja del Colegio de Médicos de Madrid y del Colegio de Psicología de Bizkaia
Las crisis sin psiquiatrización son colectivas, pasan muchas cosas, nadie sale indemne, no son para nada un espacio seguro. Abren una grieta para la justicia transformativa. Y resulta que hacen que te aclares.
A una parte de lo que sucede en las crisis sin psiquiatrización le venimos llamando F5, le decimos actualizar. Actualizar lo que pienso, lo que estoy haciendo, con quién, hacia dónde. Aceptar que las cosas empiezan, son y se terminan. Agruparnos mientras tenga sentido para lo que tenga sentido. Aclararse une misme y también con otres, no conservar, y separarnos si nos tenemos que separar. Así escrito sí, bueno, vale, pero oye, hay que vivirlo. Esta crisis estalla por los aires la identidad.
Dejar de ser paciente, dejar de ser profesional, dejar de ser entorno y cómplice. Dejar de ser mujer. Dejar de asaltar el poder. Pasarse a las fuerzas destituyentes, no meterse, no agotarse, no distraerse, irse. Que conflicto no es abuso. Que ya vale de fragilidad blanca y trampas aledañas.
Toca agarrarse a los barriles que no se traga el Maelström, que es el remolino que hay en la costa de Noruega, sobre el que tiene un cuento Edgar Allan Poe. Toca agarrarse a lo que sale despedido hacia arriba. Nos agarramos a frases que son mantras: confianza en la confianza, el futuro es oscuro que es lo mejor que puede ser, somos liquen. Leemos Identtiti, casi todo a distancia, enviándonos audios. Flipamos con Tiqqun y el Comité Invisible, nos dan consuelo, ahí sale todo. En los primeros días con Courage, Marietta cuenta que el último libro de Franco Berardi se llama Desertemos, y la amiga de una amiga de una amiga nos trae dos copias de Argentina. Vamos a la Garma. Borja nos manda el manifiesto de unes ingenieres que han desertado2. Nos encontramos con Garrhasi. Sentimos que vamos volviendo otra vez, tocamos suelo.
El 7 de mayo de 2024 disolvemos la asamblea. Sabíamos que son un problema, pero no lo sabíamos tanto, porque las estábamos haciendo.
Todo ocurre después de una crisis, durante una crisis, para salir de esta, asomando otra. No sabemos cuándo empezamos a llamarle desertar, pero es eso.
Si estás desertando, por favor, escríbenos. Nos ha dado la vuelta la vida, casi todo ha caducado. Tenemos muchas ilusiones pero pocas esperanzas. Muchos proyectos por venir, muchas cosas que hacer. Por aquí nos puedes encontrar: desertorex@laporvenir.org
__________
1 Puedes ver ejemplos de todo esto en la publicación CONTRA(los)INFORMES de Autoediciones La Porvenir (2024)
Descarrilades
Escrito por: la juani
Dicen que los momentos de crisis son momentos de transformación. Yo digo que los momentos de después también lo son, o al menos así quiero creerlo.
Cómo contártelo… es como si hubiera habido un terremoto o un tsunami, y en ese momento difícil hubiera hecho falta repensar todas las condiciones que me sostenían, transformarlas o entrelazarme con otras posibilidades que probablemente me dejasen en un lugar peor, y mejor a la vez.
No sé cómo explicarte mejor, y eso quizás, dé pistas de lo difícil que son los momentos de después. He tenido que moverme de sitio, reconsiderarlo todo en cada posibilidad de muerte y cada punto de inflexión. Y la consecución de movimientos no lineales son difíciles de contar para quien no ha estado ahí.
En las crisis, las personas de alrededor hacen muchas cosas. Hay quienes se contagian y se suman a estar ahí en lo que venga y a pensar en los siguientes movimientos. Hay quienes se enfadan, te piden que te cuides y se alejan. Hay quienes se mantienen a una distancia prudencial, a veces no lo suficientemente prudencial para que les acabe salpicando, y a veces más lejos, donde ya no se mojan. Hay quienes desaparecen, muchas veces porque ya no les contestas a los mensajes, y aunque les lleguen noticias por otros lados deciden mantenerse lejos, creo que por eso de lo prudencial.
Las crisis dicen mucho de lo incondicional. Señalan en lo que sí aplica y en lo que no. Lo incondicional está para invitarte al cumpleaños, para contarte su último desamor (o escribirte de forma indirecta justo en ese momento), o para esas urgencias “de verdad” donde aparecen los médicos, los diagnósticos y las visitas al hospital.
No está en las gestiones colectivas en las que se decide en común no llamar a la ambulancia, ni al teléfono del suicidio. No se le ve, ni se le espera, cuando compromete otra de esas cosas incondicionales como el trabajo, las vacaciones o los tiempos para el autocuidado. Tampoco hay rastro de lo incondicional si implica hablar en primera persona de lo que nos sucede con la muerte, el miedo a enloquecer o la transgresión a grandes instituciones como la familia, la pareja o el trabajo (de nuevo).
Por eso, cuando el terremoto ya ha pasado, y el panorama es bastante desolador, todo apunta a no confiar más en la incondicionalidad. La experiencia me lleva a plantear otra cosa diferente, más entendida por ambas partes que eso anterior que yo no termino de entender. Algo así como aclarar en qué lugar estamos y dónde nos vamos a colocar. Prever que va a ocurrir en el próximo tsunami y generar las condiciones, esta vez sí, para que la ola no se lo lleve todo por delante, y me deje sola con la culpa de no haber sido capaz de mantener esas redes incondicionales.
Porque creo que a todes nos debería parecer algo obvio que la ola va a volver. El colapso ha llegado aunque a veces resulta difícil verlo en lo propio. Como me dijo mi madre una vez, a veces nos cuesta mirar al abismo. Y siento mucho que está en lo cierto cuando noto la distancia entre tenerlo presente e ignorarlo. Entre afrontarlo colectivamente y quedarse aprisionado en su contemplación pasiva.
El abismo ya está ahí y no se me va a borrar de la cabeza. Es como un tren que descarrila y difícilmente podrá volver a los carriles que estaba destinado a circular. Lo mejor que puede hacer es seguir, inventar nuevas vías posibles y continuar con la fuga. Una fuga de deserción que tiene que ver con decidir libremente las condiciones propias que permitan sostener la mirada al abismo.
En el ir desertando código
Escrito por: Miriam Embara
Escribir sobre desertar me está pasando en un momento de mucho batiburrillo, en el que parece que cada día me pasa una cosa que me hace pensar otra cosa, y así de un lado para otro sin tener la claridad que me gustaría. Bueno, creo que igual por ahí puedo empezar: desertar de la idea de que tengo algún conocimiento sobre cómo hacer con los momentos difíciles. No tengo ni idea. Pienso que hablando mucho igual se nos ocurren cosas juntes, pero esa es una esperanza, no un conocimiento. Y la verdad que desertar de esa idea me sentó muy bien, porque de pronto las barreras de lo que se podía o no hacer se fueron cambiando, había más creatividad y me atrevía más, aunque también diera mucho miedo, como de vacío, porque eso, no hay certezas sosteniendo lo que pasa de verdad en la vida. Igual esas cosas de tener conocimiento tienen que ver con que te aprendes muy bien lo que quieren que hagas, son las palabras del sistema como el código de la matrix. Y si miras desde fuera ves que lo que pasa dentro tiene una parte irreal y que las grietas van mostrando los números binarios, que forman parte de tí porque estando dentro eres un poco irreal aunque estés con el ojo puesto en esas grietas. Y ese código sirve para que se puedan hacer cosas de mierda por motivos de mierda, mintiendo mientras. Desertar de confiar en el código ha traído las pocas certezas que sí tengo: que esto va de violencias, y hay que hacerse cargo, con su vergüenza y su dolor, porque el reparto está pensado tan injustamente que es cómodo.
Sobre el conocimiento respecto a recetar pastillas pues bueno, eso se me parece a estar en un sitio de estos donde te analizan la droga que vas a consumir y te asesoran sobre el viaje. En mi caso algo así como contar qué se supone que hace cada droga en los cuerpos, o más bien qué me ha dicho la gente que las toma que han notado que hace, y que me digas si aun así quieres tomártela, que veamos cómo quitarla,... Y la verdad que siempre acabo diciendo “hasta que la pruebes no sé qué te va a pasar a ti”. Eso inquieta a la gente respecto a mi papel, me miran como si estuviera decepcionando mucho, en vez de decepcionar la pastilla. Y mientras toda esta escena, yo estoy pensando, varias veces al día, cuál me quitaría a mí la culpa, el miedo, la ansiedad y el cansancio de estar estirándome infinito. Estirándome por estar conviviendo entre contradicciones y buscando el resquicio creativo para que, tal vez, se cuele algún cambio en lugares instituidos para que no tengas tiempo ni espacio de cambio.
De adolescente tenía el potencial de haber sido carne de cañón de pastillas y vigilancia. Me callé bastantes movidas que me pasaban por la cabeza por miedo a qué les pasaría a les demás con eso y qué harían. La directora de mi colegio me llamó a su despacho para preguntarme qué me pasaba. No sé por qué a ella sí se lo conté, tampoco sé qué le pasó a ella escuchándolo. Pero no activó ningún protocolo ni llamó a mis padres, un poco como que creo que desertó de ser la directora, me guardó el secreto y me cuidó con toda la incertidumbre del mundo, estando para lo que iba pasando. Y ahora mira a dónde he ido a parar… Así que no puedo dejar de pensar en ella. Todo esto se me parece un montón a cuando deserté de ser mujer heterosexual, y mira, las cosas, justo fue a ella también a quien primero se lo conté.
A veces creo que estamos en el fin de un sueño que duerme a la humanidad, un sueño narcótico que la hace progresar quemando. El otro día leí que en la oscuridad se puede ver el infinito. Desertar me parece como ir saliendo de lo previo. Y no sé si estoy de salida, creo que he salido ya en alguna parte, aunque no sé si se puede decir que se ha salido mientras aún estoy quedándome de otras formas… Y sí, se me aferra eso de la palanca, como de querer transformar cosas donde aún estoy, antes de seguir saliendo. Porque hay algo de sentirlo como mi crisis y mi entorno, algo de querer vivir el hasta dónde se llega mientras seguimos juntes. Y a la vez pienso en que salir es transformar y en lo que sigue pasando mientras no. Y me hago una madeja que habrá que seguir deshaciendo y a ver qué pasa. Y si, pasan cosas todo el rato. Y no sé qué hacer. Encender unas ideas, quemar otras. Fijarse en quienes aman y no lo están llamando amor, lo están llamando incertidumbre. Entender que lo que quiero decirte es que nos vayamos a otro lugar, en vez de seguir prometiéndote que no me iré de tu lado. Y a la vez me asusta lo inevitable de dejar atrás.
Has dejado el libro de poemas que te presté lleno de notas que me han calado los horizontes. Estoy viviendo contigo lo indecible. Quiero irnos haciendo un pogo.
Mucho leo, poco me meneo
Escrito por: Lauruto
Dejé de ser psiquiatra porque no quería seguir escuchando y no hacer nada, en el mejor de los casos. Dejé de ser psiquiatra para no enredarme ni enredar a la gente con palabras y posibilidades reformistas. Porque entendí todo lo que implicaba y sostenía aspirar a ese título y encarnar esa figura, no solo para mí, sino para el resto.
Lo integré, tomamos la decisión y hablé mucho de ello durante el previo y un tiempo después, pero ha pasado más de un año y ya no quiero contarlo más. Me aburre y me abruma la expectativa de que condensar todo en un relato lo suficientemente claro y lúcido haga que te enteres y hagas algo. No me interesa ir por ahí, porque no es como yo he conectado con la profundidad de mi responsabilidad y de mi capacidad para rebelarme. Yo lo que quiero es que se comprenda, a base de ver y experimentar todo lo que sí permite transformar el hecho de abandonar un lugar cuya función principal es que no cambie nada. Así que, lo importante para que arranques ya te lo he contado: dejé de ser psiquiatra.
Informe de mi revisión periódica con la reumatóloga, que señala mi mejoría después de decidir no terminar la especialización (residencia) en psiquiatría.
¿Desertar o huir?
Escrito por: Alfonso Ríos Solsona
¿Qué significa desertar? ¿De dónde se desierta? Para mí son preguntas difíciles, principalmente porque me cuesta legitimar mi decisión de abandonar un rol como profesional de la red de salud mental como una deserción y no como una huida.
Quizás porque siento que mi decisión no tuvo consecuencias, no siento que se me señalase desde el sistema como una amenaza.
Quizás porque siento que no puse el cuerpo como otras compañeras y que por tanto no sufrí las mismas consecuencias.
Quizás porque desertar siendo una de las escalas más bajas (educador social) dentro de la jerarquía profesional no pone en cuestión el sistema.
Quizás porque siento que el papel del profesional lo elegí yo y como tal decidí “abandonarlo”.
Desertar o huir, al fin y al cabo no formar parte de un sistema que en su base no asume ni la libertad ni la capacidad de las personas para decidir si quieren ser cuidadas y cómo ser cuidadas. Creo sinceramente que es posible cuidar desde un “perfil profesional” y asumo que pueden existir prácticas que busquen la emancipación y fomenten los cuidados, pero si esas prácticas forman parte de un sistema opresor se acaban diluyendo. Para mí, aquello supuso una contradicción inmensa que no soporté asumir.
Me costó mucho tomar la decisión, no fue sencillo, me di oportunidades, cambié de recursos, de compañeras, pero la dinámica siempre era la misma. Suponía ser parte de una estructura jerárquica, patriarcal y violenta. Una violencia estructural que se ejerce sobre cualquier persona que accede como paciente. Una violencia que se inicia con la cosificación inicial donde vemos a las personas como un diagnóstico (o varios), donde anulamos la capacidad de elección de acudir o no a los recursos, o donde cronificamos a las personas, pero que sobre todo acaba con la violencia más brutal de la tortura de las contenciones en las unidades de agudos o con la muerte en un ingreso.
Si bien la violencia en los recursos en los que participaba era más sutil, esta se daba de manera cotidiana. El paternalismo, la cosificación, las amenazas veladas por no acudir…, todo esto se ve a diario. Por no hablar de las reuniones de “coordinación” dónde los “profesionales” se atribuyen el derecho a hablar de la vida de la gente sin ella presente y con chascarrillos y comentarios carentes de toda ética.
Además, aunque fuese de las categorías más bajas, al final, esa estructura jerárquica siempre me situaba por encima de las personas diagnosticadas. Y esta condición no va a cambiar, no lo busca un sistema que siempre va a considerar que un profesional sabe más del sufrimiento de las personas que las propias personas. Y ante esto, volví a sentir otra de esas contradicciones que me hizo huir o desertar. Ver como el sistema de salud mental se apropia de experiencias emancipatorias para coptarlas, secuestrarlas y anularlas. Me refiero, por ejemplo, a como ahora podemos ver grupos de “apoyo mutuo” promovidos por recursos de salud mental dirigidos por profesionales.
Y creo que ahí es donde también debe residir la deserción del profesional. Desertar también del rol profesional dentro del activismo. Saber dar un paso a un lado, hacer autocrítica, asumir que si podemos formar parte de la lucha por abolir el sistema de salud mental y sus prácticas, será siempre fuera del foco mediático y nunca en primer plano1.
De todo eso se es parte si se participa en el sistema. Se puede asumir y vivir con esa contradicción, yo no podía. Y aunque actualmente sigo ejerciendo el apoyo profesional en lo público, pero fuera del sistema de salud mental, siento que esa contradicción, aunque sigue muy presente, me es, por el momento, asumible. Saber que las personas pueden tener “libertad” (con todas las comillas del mundo) para acudir y renunciar al servicio, sin saber que eso supone el empoderamiento de las personas ni revolución del sistema de cuidados, creo, o quiero creer, que me permite establecer otro tipo de relaciones. Porque creo en aquello de que la libertad es terapéutica y lo patológico es negarla.
Y, quizás, la mayor alegría que me ha relajado despertar o huir de ese rol profesional es aprender a ser amigo, a saber construir relaciones horizontales con personas con las que quizás antes no me lo hubiese permitido.
__________
1 Texto entregado el 8M de 2024
Desertar y otros desiertos
Escrito por: None
El tiempo deja desiertos a su paso; entonces, cuando conducía el carro de la terapia ocupacional en salud mental, existían unas valoraciones en papel donde había que hacer ticks declarando la habilidad/capacidad/aptitud de las personas. Llegó un momento en que se disolvió la línea… ¿entre les pacientes vs. profesionales? ¿entre lo correcto vs. lo incorrecto? Aún no sé bien, pero recuerdo un buen día el no ser capaz de valorar…, lo tuve que dejar.
El tiempo siguió dejando desiertos a su paso; esta vez caí en la casilla del “paciente” ¿”survivors of psychiatry”? siempre me pregunté quién se puede considerar superviviente y exento totalmente de ese vertiginoso devenir. La psiquiatría me volvió a encerrar en el redil de donde aún fuera no soy capaz de salir, ahora que todo parece estanco como una balsa, y como una balsa a la deriva…quedarse atrás, o cuando la vida deserta de ti…,no se me ocurre otra manera de llamarlo, pero intentaré explicarlo:
“Quedarse atrás o cuando la vida desertó de mi”.
Deriva, desierto, y el reloj que no pasa: el tiempo se clava como estaca que ataca las fibras restantes, pocas y cobardes. Susto perpétuo, mirada esquiva y manos que no pueden “hacer”… siempre pa´atrás, ya queda menos, no queda na’.
Después de la segunda crisis no caí en la casilla de inicio porque a partir de esta última gran tormenta voy dando pasos hacia atrás. Otras crisis me habían puesto en la casilla de inicio, pero esta tiene el tono de jugar en otra liga, “la liga de atrás” podría llamarla, o algo así… ¿Alguien me puso aquí y me ató de pies y manos? La mordaza invisible existe y no hacen falta ya más “sujeciones” oficiales.
Sé que pasa el tiempo porque mi cuerpo mengua, el movimiento se debilita y la dirección cesa gradualmente; desertar cuando el cuerpo deserta de mí y no me responde, ¿qué significa? ¿Qué significa, sino que el resto como un puzzle se derriba, y también va desertando de mí? (Cuando “desertan” de mí mis posibilidades, mis caminos y mis múltiples destinos.) Todo es posible cuando puede ir a peor.
Deriva, desierto, y reloj que no pasa: la estaca, las fibras, el susto del que no puede hacer. Hay algo subyaciendo en la “liga de atrás”, una masa invisible de múltiples seres que llevan la vergüenza de todes les demás: alguien quiere volver, otros no saben llegar, algune no puede partir, muchos no quieren estar, ninguno puede ser ya.
“A Namúuh”
Escrito por: Antonio Ruiz Sánchez, febrero de 2024.
(4.3.1973-1.6.2022)
As dukas não esqueçen o pasado e o
futuro.
21:38
bajo los pies
rombos negros, agónicos,
las uñas re-
finadas,
deicidas astas
astas, huesos
miro fijo ahí
puedo no puedo
con el silencio atronán-
dome
agachar la cabeza
doblar el cuello
ojomirofijo
cagadas de perro en la esquina,
por la mañana
el pan en la puerta
por la mañana
la presión ya temm-
pano acuchilla
el oído, ojos ciegos
¿escuchas? ¡escucha!
has oído, siempre ven
doblo el cuello,
cabeza cabeza
vientre quebrado
cuelga el pan en la puerta
de mañana
el sillón se arrastra
ri-
yéndose
silencios suben la escalera
los otros cuchichean día tarde
y noche
la luna pespunteaba
esta larga nochelencia,
casi…todos acaban por dorm-
irse,
en la casa n.º1
aprietan los golpes, golpes,
¿no sientes los golpes?
tormenta, son tormentas,
los gatillos amartillan
¿no oyes, no sientes?
¿Namúh, Namúuuuuh, no ves?
……………………………..
La caló...maúlla la butaca,
un run run crecía en el recarmorio,
la lengua seca y la tarde sola
tres y treinta
hormigas en la tierra
……………………………..
el portal
una escalera
el poyete,
las manos, un paso
no
más
allá
fuera dentro
el postigo, la manija-
dura
el sudor no se quita
no se va
pa – ti – ná
demmmtro
………………………..
“Gras, auseinandergeschrieben”
Reja del lenguaje. Paul Celan
Uno de Junio 2022
Pharmakon atávico, preparado de males ancestrales, de causas no desentrañadas, gangrena común de pronóstico reservado siempre. Los efectos secundarios aterran por sus íntimas ramificaciones. La posología y la insistencia de la trágala generan hecatombes, venenos que crecen al borde de los parques un atardecer y otro.
Kápsula 1 ( En ayunas / de noche )
La demagogia▒ (En ayunas / de noche) se sirve de tu palabra para ponerla en otro sitio, hace una bolita blanca, nada por aquí, todo por allá, miren y no vean, oigan y no escuchen...¡Alehop!, ahora saco el conejo blanco por las orejas de la chistera...¡Eureka! la razón del yo-yo enseñoquitopongo.
El viejo Arthur, pesimista, huraño y misántropo, ya avisó de estos males a este mundo con tanta re-presentación y vo luntad como para desear el desierto de los viejos hindois tas, tal vez atifo de los brillantes andrajos hegelianos con olor a sacristía.
Kápsula 2 ( Madrugada / con café negro)
La ◄memoria , ►
penélope con espadas, teje y des-teje esa máscara
de plomo fundido horrenda y de
forme.
Entonces ya era tarde
para el hipo de la aurora,
con su sol negro pegajoso
tapando el resplandor de las aceras.
Nos queda el rescoldo de la voz,
bastón tembloroso, sostén de los miembros
en el filo antes del Dogana.
Miré los muros de la casa mía
y no oí sus ecos enmudecidos,
semillas de un tiempo de silencios.
(algo así como un soneto de aceros)
Kápsula 3 ( Mediodía tropical / entreluces )
La ͽ intra-historia
-atraviesan vientos caribes-
trae cuentos de grillos,
un crí-crí pastoso, terrorífico.
La cara maluca del fábulo
emerge con un rumor ceceante,
como fronda de paraíso
en un destierro in-humano.
(“Animula vagula blandula
hospes comesque corporis”)
¡El terror de la espera nace muertos!
(al oscuro andrógine,
en su aurora de humos y guayabas)
Kápsula 4 ( 5 de la tarde / plan A )
“Danza cobra de cuello vuelto ৡ "
El primo Jon, sin tripas,
dos dientes
en el paso de las cebras,
amagan sus piernas como sierras
volatines su pelo de paja
Mojigangas en tengerenge
frente a los coches a-corazados,
se encuclillan sus ojos a-sí-mismos
paramonos cruel de mañana
“¿algo qué objetar?”
Los dientes congelados
contra el para brisas sin escapatoria del cortocircuito,
escuajadas sus jetas contra el cristal.
Kápsula_5
( Hora nona / en Dukelas )
Por los humedales de las venas
se sienten melopeas sordas,
(rotodigito clavi-cordium)
un rubor dionisíaco ҉ en el fulcro
de su espejo,
dos zarcillos de coral de plata
pánica barba, enjuto hombre
bajo la huida mirada triste.
Aplastaba las palabras,
ahí, donde al acecho la flor
escupía vientos por venir.
Una lentitud de fiera ahíta
de hambre,
acaricia su canto
en el filo del inquieto
desastre.
Kápsula_6
( A deshoras / en frio )
¿Se puede de- ser-tar de la condición?
¡Se puede!
¿Una condición es un sine qua…? No hay ninguna condición alter-iuris más acá del Darién; y de ello se puede desertar; de la suidad...
¡SE PUEDE!.
La donición cae en nosaltres como una conflagración, se desarrolla de protuberancia en protuberancia, ciega y ojitrunca, en el tiempo. Aprende, acolmata y disloca, capa tras capa pretende, concentra, disgrega capa contra capa una malla sostenida un día y otro, rudos hilvanes desde el minuto uno + 17.850 días, agujereados hasta ese último cero.
¿Qué dioses, qué ciencia, qué medicina, qué Otro podrían coser, trama a trama, cada fleco plomizo de la angustia, cada violencia, cada cicatriz, cada encierro, vividos solo, con sus días y sus noches, en sus silencios y sus voces?.
¿Se puede de-ser-tar?.
¡Se puede!
“Demmtro”. A mi hermano Juan Manuel que entró a la muerte el 1 de junio de 2022.
Yo necesitaba escribir estas Kápsulas, para convocarte… (a quien ya no puede leerlas, a quien desertó de la vida). También escribo para sajarme esta herida de nuestra separación, pues tu pérdida ha sido mi pérdida. Juntos eramos, tú te has ido, yo me he quedado. Ahora un rumiar araña mis pensamientos, mi recuerdo tuyo y nuestro, aquí como un dentro vuelto hacia afuera. Eramos niños, yo el mayor, tú el chico. En el puesto del primero yo me hice un “tonto”, y con los años y los deseos, “me hice dos tontos”.
La escucha necesita de mucho valor contra uno mismo, contra ese yo-yo siempre a la defensiva. Así no supe escucharte. Tú que oías aquello que nadie escuchaba. Tú que decías aquello que nadie quería oír, acabaste en la pura escucha atronándote, ¡tanto que te ejercitas te tú en el silencio!.
No soportabas el cuchicheo jamás, esa degeneración del habla clara y franca. Tú tan sutil para las modulaciones, oído total de músico: podías escuchar crecer las raíces.
Y me vienen ahora unas citas que me ayudan a seguir pensándonos. “Nunca se está en el lugar de otro”, Primo Levi en Los hundidos y los salvados, y “se trata de traer al otro sin hablar por él”, ¿Blanchot?; y también, “Oh este centro errante vacío/hospitalario. Separados,/ yo caigo en ti, tú caes/ en mí…”, de Paul Celan, que dice esto también en la “Rosa de nadie”:
… No es, yo lo sé,
verdad, que nosotros hayamos vivido, solamente
pasaba ciego un soplo entre
el allá lejos y el no-allá y el a veces…
yo sé,
yo sé y tú sabes, nosotros sabemos,
no sabemos, nosotros
estábamos bien allí y no allá lejos, y
a veces,
a condición de que entre nosotros
la Nada se alzase, por completo,
nos encontrábamos
unidos el uno al otro.
Mañana temprano subiré la persiana, pondré la cafetera en el fuego, olerá la casa, subiremos un día más por el día hacia la noche oscura. Entonces la casa, aquello que te abriga en su vientre, ¿cómo pudo ir cerrando sus paredes hasta hacerse prisión, cómo pudo hacerse tan transparente e inhóspita? Y, entonces pienso: ahora que ya no estás aquí, ahora estoy donde tú me querías, AQUÍ, en la casa, contigo sin t i. Ahora que no puedo escuchar tu palabra, me rodea tu presencia, fotograma brumoso del recuerdo, una memoria que crece con un re gusto amargo, pegajoso y seductor como el canto de las sirenas. ¿De dónde viene este canto, Namúuh? ¿Vendrá del oscuro centro de la casa, aquella que nos parió juntos y extranjeros, mayor y menor, tonto y lúcido, sediento y sabio, salvado y hundido?.
De miedo y confianza
Escrito por: Éoj
Me ha costado mucho empezar a escribir esto. Un par de meses de hecho. Al principio porque no me ubicaba como paciente. Me ubicaba tan poco como paciente que cuando me propusieron escribir desde esta "posición" tuve que pedir que me explicaran por qué. Tenía bastante sentido en realidad, el 19 de julio de 2023 intenté suicidarme en casa, más o menos. Digo más o menos porque no llegue a tomar la decisión, simplemente estaba probando si logísticamente era posible, pero la cuestión es que casi pasa. Fue raro, pero bueno, estas son reflexiones y explicaciones para otro momento. Para escribir esto he tenido que mirar una conversación de Telegram para ver la fecha exacta, hasta ahora no la sabía, no sé por qué la he mirado. Estoy temblando y no sé si es el frío que hace en casa, o algo más.
A lo que nos trae aquí, lo de desertar como paciente. Aunque tiene sentido, yo seguía sin identificarme con la posición, y por lo tanto me ha costado escribir porque, ¿cómo se puede desertar de un sitio donde nunca se ha estado? Al fin y al cabo, yo nunca he ido a terapia, no me he medicado, no me han psiquiatrizado... entonces no he sido paciente, ¿no?
Bueno, obviamente todo es más complejo que eso. Vale, no he pasado por ninguno de esos lugares, pero, ¿por qué no he pasado? No he pasado porque mucha gente no sabe que me intenté suicidar, porque si lo supieran creo que me vigilarían, que me propondrían o pedirían que fuera a terapia, que me cuide, que vuelva a casa, que de más señales de vida, que harían exclusivamente mío un problema que no lo es. Porque no es solo mío. Entonces, si no estoy desertando del lugar de paciente, como mínimo estoy huyendo activamente de él. Porque es lo que pasa cuando el resto de gente te pone ahí, cuando entras en ese sistema, y es que es jodidamente difícil salir.
Ya solo escribiendo esto me cago de miedo. Me cago de miedo porque escribiendo esto pierdo el control de quién sabe esto y quién no, y entonces huir es más complicado. Me cago de miedo porque vengo de una familia llena de psicólogas y que sepan esto me asusta. Esto me ha hecho dudar mucho de si contribuir a esta publicación o no. He decidido que sí porque igual huir no es la solución. Me protege, sí, pero no es la solución. Aunque todo sea dicho, no todo es heroísmo y valentía, también la quasi-seguridad de que no van a leer esto y de que, si lo hacen, puede que no sepan que lo he escrito yo. Ventajas de haberse cambiado el nombre, supongo.
Entonces he resuelto la pregunta, ¿no? No estoy desertando sino que estoy huyendo, listo. Pues tampoco, porque de nuevo, es más complejo. Porque ser paciente no es solo ir a terapia, medicarse, ir al psiquiatra, que te encierren... Ser paciente también es esperar que otra persona me salve sin hacer yo nada, pedir ayuda incondicional sin coger la parte que me toca a mí de lo que me pasa, diría que incluso no verse en el lugar de paciente cuando hacen estas cosas es ser paciente. Y esto sí lo he hecho, esto sí lo hago. Y lo hago porque a veces no puedo más, a veces es más fácil, a veces no sé qué otra cosa hacer. Pero no lo hago siempre, así que supongo que sí, que estoy desertando.
Siento que este texto me ha quedado todo muy serio, así que os dejo aquí mi chiste favorito para que el texto me represente más: ¿En qué se parecen un tomate y una patata? En que los dos son rojos menos la patata.
Este texto lo he escrito el 1 de diciembre de 2023 a las 12:00h y representa lo que pensaba en ese preciso momento. Para cuando lo estés leyendo es muy posible que haya cambiado de opinión en muchas de las cosas que pone. O puede que no ¯\_(ツ)_/¯, puedes preguntarme.
Casi desde el momento en el que escribí el texto anterior me han dado ganas de revisarlo, de quitar el chiste, de cambiar alguna expresión, de quitar alguna frase... También de añadir, aunque eso un poco menos. He pensado mucho si hacerlo o no, porque también me gustaba mucho la idea de que fuera el texto tal cual salió en su momento, sin dejar que sea modificado por las dudas y los miedos. Incluso casi no quiero corregir si hay errores ortográficos, o me he comido una palabra o cualquier otro fallo.
Al final he decidido hacer este texto solo aditivo, si opino algo distinto lo escribiré, si quisiera haber no escrito algo lo escribiré, pero este texto será en sí mismo un reflejo lo más transparente posible del proceso de escribirlo.
En este mes y medio he dudado mucho sobre si firmar o no este texto, de si hacerlo con un seudónimo o de si usar mi nombre. Me vuelve el miedo que ya mencioné. Miedo que se agrandó en las navidades cuando mi tía, hablando de su trabajo, mencionó a un chico joven con "problemas mentales graves" y para demostrar que eso era así, me dio el dato de que se había intentado suicidar. Se me heló la sangre, fui incapaz de contestar. Pero así es cómo me verían, con "problemas mentales graves", y no sé si estoy preparado para enfrentarme a ello y al control que puedan ejercer. Todavía no se si voy a firmar esto o no.
También he tenido muchas ganas de modificar o quitar el párrafo donde hablo de que ser paciente es mucho más que medicarse, ir a terapia, etc. Y me han dado ganas de cambiarlas, no porque no crea en el contenido, sino porque no son mías, y quizás nadie más se diera cuenta de que no son mías pero para mi es muy obvio que no lo son, y entonces una parte de ellas resuenan falsas. Esas palabras son de otra persona que las dijo en una reunión sobre esta publicación después de que yo dijera que sentía que nunca había estado en el lugar de paciente. Me hicieron pensar y ampliar la mirada sobre el significado de serlo y entender que claro que lo había estado y lo estaba. Me ayudó a complejizar la mirada. Así que, aunque no sean mis palabras, y creo que no representan exactamente mi visión, fueron importantes para posicionarme y quiero que se queden.
Siento que desde que escribí el primer texto mucho ha cambiado dentro de mí, que estoy posicionándome en el mundo de manera distinta y que el texto, sin saber explicar muy bien por qué, cada vez me representa menos. Quizás no tanto en el contenido de fondo, más en la forma de transmitirlo y de sentirlo. Me encantaría poder explicar esto mejor, pero ahora no encuentro las palabras. Igual en la próxima revisión, si es que la hay.
Me han preguntado a qué me refiero exactamente cuando digo que no sé si estoy preparado para enfrentarme al control que pueda ejercer mi familia si leyera el texto. Me refiero al control que puedan ejercer sobre mi y sobre las decisiones que tomo. A sentirme vigilado y que tengo que estar dando señales de vida para que no se preocupen. A perder autonomía. También, mientras escribo esto me pregunto cómo les sentaría leer estas partes sobre elles. Saber que tengo miedo a su reacción. Dudo de si estaré creando una historia en mi cabeza sobre cómo van a reaccionar y siendo injusto no dándoles la oportunidad de hacer distinto a mis miedos. Me pregunto si el miedo está acabando con la confianza. Así que he decidido firmar, dar un pequeño paso en la confianza, no es mucho, pero es el que puedo dar.
Lo veía venir
Escrito por: MaRiA cAmAcHo
Pues eso, desde hace tiempo lo estaba viendo venir. Desde hace unos cuantos meses o años o yo que sé, el tiempo es relativo, veo que la terapia, sea del tipo que sea, no es suficiente. Con la psicoterapia individual comencé a sentir la inquietud de que no era suficiente y busqué formaciones que completasen esas carencias. Me apunté a varios cursos de teatro, para dar lugar al cuerpo, ya que veía que no bastaba la palabra ni la consulta de a dos. Después me formé en grupos con la expectativa de que lo grupal sería más potente que lo individual y llevaría a una transformación, cuanto menos más acompañada, que la de una única persona como terapeuta.
Se me han ido cayendo muchas fichas. Cuando entiendes de verdad que no existe una enfermedad mental tal y como nos han contado, entonces no hay nada que curar. Tantas y tantas clases y teorías sobre las enfermedades mentales y la cura, lo que cura, lo que no, etc. Y todo eso para entender que no son enfermedades mentales, sino respuestas de personas que “ya no pueden más”, que ya no podemos más.
Vas entendiendo que lo de mandar a tu amigue al psicólogo, en nombre de la preocupación, por supuesto, no es más que un quitarse de en medio. ¿Cómo nos han contado la historia? Recuerdo tantas cosas de la distancia afectiva y terapéutica, de poder hablar con alguien que no está en tu vida y por eso le puedes contar hasta tus pensamientos que más te avergüenzan. ¿Y por qué esos mismos pensamientos no se los podemos contar a las personas con las que compartimos el cotidiano?
Hay muchas fichas que se me han ido cayendo a lo largo de mi vida, echo la vista atrás y son muchas. Fichas caídas que me han ido haciendo desertar de diferentes lugares por los que he transitado y he dejado de transitar. Tengo en mente esto del concepto de que para irse de un territorio hay que saber o tener idea del nuevo territorio al que se va a llegar. Y quizás, esto tampoco me sirve ya. Pensándolo, es como quien para irse de viaje lo tiene que tener todo organizado, saber los lugares donde va a llegar, donde va a dormir, qué va a visitar, y yo estoy ahora más en emprender un viaje para ver qué va apareciendo en el camino y dónde me quiero quedar o de dónde me quiero marchar.
Se deserta de lugares que están más permitidos que otros; no es lo mismo desertar de una ciudad porque ya has terminado tus estudios en ella, en mi caso Salamanca, que, por ejemplo, desertar de lugares en los que está mal visto que lo hagas. ¿Y cuales son esos lugares? Cada cual tendrá los suyos, yo quiero reflexionar sobre mi lugar como profesional, el de ser psicóloga, y por qué estoy desertando de él.
Me hice un día una pequeña lista de situaciones, pensamientos y yo que sé, que operaban en mi cabeza y que me impedían desertar del lugar de profesional. Voy a ir uno por uno e intentaré ir escribiendo que me ha pasado con cada uno de ellos.
“Lo que yo hago es diferente”
Pues sí. Y lo sigo pensando. Nunca me he adscrito a ninguna teoría de manera ortodoxa. Creo que lo intenté en su día con el psicoanálisis, pero como no entendía ni la mitad de las palabras, conceptos, no veía el modo de bajar esa teoría a la práctica en el siglo XXI, no me sucedió. Sí me recuerdo en esta búsqueda incesante